El tiempo libre de un estudiante es escaso, más si ya no vive en la casa familiar. Las clases, los trabajos que hay que hacer después de ellas y todo lo que concierne al ámbito más doméstico devoran el día a día. Sin embargo, para mantener la mente en equilibrio es necesario buscar un tiempo de ocio y relax: pasar un rato agradable con los amigos, sumergirnos en una buena historia en la sala de lectura de estudiantes de la residencia o dar paseos que nos despejen. Todo ello contribuye a que nuestro cerebro tenga sus merecidos descansos y podamos rendir cuando llega el momento de dar la talla en todo lo relacionado con el ámbito académico.
Las ventajas de la lectura
Frente a otras alternativas de ocio, el hecho de leer posee una serie de ventajas que hacen que sea la opción favorita de muchos. Por un lado, no necesitamos a nadie para leer. Depender de otras personas para realizar actividades puede ser un poco fastidioso, ya que es necesario cuadrar las agendas. Sin embargo, para leer sólo nos necesitamos a nosotros mismos. Además, se trata de una forma de pasar el tiempo en la que no hace falta que gastemos recursos. Tenemos nuestros libros propios, los de casa de nuestros padres, tíos, abuelos… que seguro que estarán encantados de prestárnoslos y también, como no, la biblioteca. Este último lugar es una especie de santuario para todos aquellos que disfrutan de la buena literatura. Allí vas a poder encontrar una gran cantidad de obras que leer, por lo que tienes ante ti una fuente gratuita y casi inagotable de ocio.
También se trata de una forma de entretenerse que incita a la tranquilidad. El estrés del día a día de la universidad puede pasarte factura e incluso en los peores casos causarte ansiedad. Por ello hay que encontrar maneras de relajarse y la lectura puede ser una de ellas.
No debemos dejar pasar el hecho de que al mismo tiempo que nos entretenemos, con la lectura estamos culturizándonos. Al leer obtenemos información que nos resulta relevante para nuestro bagaje vital, nos da nuevos conocimientos y nos amplía las miras.
Por último, es un ejercicio que nos sirve para mejorar la comprensión, hecho de vital importancia cuando tengamos que abordar gran cantidad de apuntes. La sala de lectura de la residencia se puede convertir pues en nuestro mejor gimnasio académico.

La sala de lectura de la residencia como lugar de concentración
Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que puede tener la lectura, muchas veces nos entretenemos demasiado cuando nos ponemos delante de un libro. Suena el whatsapp, chequeamos nuestras redes sociales… y poco a poco nos vamos despistando de nuestro objetivo inicial que era leer. Por ello, una buena solución es acudir con nuestro libro a la sala de lectura, un lugar en el que podremos concentrarnos en lo que estamos haciendo, abstrayéndonos del mundo exterior. Una desconexión que se hace necesaria de vez en cuando.
En la sala de lectura el ambiente es tranquilo e incita a sumergirse en las páginas de una obra. Gracias a ello, apenas nos daremos cuenta de que pasa el tiempo. Al menos es lo que ocurrirá si el libro es bueno: que nos mantendrá enganchados. Y nosotros podremos poner nuestros cinco sentidos en lo que el autor nos está contando. Sólo hay que elegir un buen lugar en esta estancia y dejarnos llevar por la literatura.
Teniendo en cuenta que se acerca la celebración de Sant Jordi, qué mejor homenaje a este día señalado en el calendario, que deleitarnos con un tiempo de lectura en soledad. Un pequeño bálsamo para el estrés del día a día que nos transportará a tierras y momentos lejanos gracias al poder de la palabra y de nuestra imaginación.





