Durante el siglo XVIII, los jóvenes de las élites europeas solían embarcarse en el llamado «Grand Tour»: un viaje formativo por Europa, especialmente por Italia y Francia, que funcionaba como broche final a su educación. Visitaban ciudades como Roma, Florencia, Venecia o París, donde se empapaban de arte, arquitectura, historia y cultura clásica. Más que un viaje de placer, era una experiencia educativa que les preparaba para entrar en la vida adulta con una mirada más amplia y cultivada.

Hoy, siglos después, podríamos decir que el gap year es una versión actualizada (y mucho más accesible) de aquel Grand Tour. Ya no es solo para unos pocos privilegiados, ni requiere meses a caballo o en diligencia. Pero sigue teniendo el mismo espíritu: aprender viajando, crecer viviendo experiencias reales y descubrir el mundo para descubrirte a ti.

¿Y si tú también pudieras hacer tu propio Grand Tour? Antes de tomar decisiones, aclaremos de qué va esto del gap year.

Qué es un gap year (y qué no)

Un gap year es un periodo, normalmente de un año, que se dedica a actividades fuera del aula. Puede tomarse antes de empezar la universidad, en medio de los estudios o justo después de graduarte. Y no, no es tiempo perdido. Bien planteado, puede ser una de las etapas más valiosas de tu formación personal y profesional.

 Lo que puede incluir:

  • Voluntariado (local o internacional)
  • Prácticas profesionales
  • Viajes culturales o de inmersión
  • Aprendizaje de idiomas viviendo en otro país
  • Cursos creativos o técnicos
  • Desarrollar un proyecto personal o de emprendeduría.
  • Trabajar durante un tiempo para ganar experiencia y ahorrar.

Lo que no es:

  • No es dejarlo todo sin rumbo.
  • No es “perder el hilo” o desconectarte sin más.
  • No es una excusa para procrastinar un año entero.

La clave es elegir con intención y coherencia. No hace falta tener cada día planificado, pero sí un propósito claro: ¿Qué quiero aprender? ¿Qué quiero aportar? ¿Qué quiero descubrir? 

Por qué hacer un gap year

Hay muchas razones por las que un gap year puede tener sentido:

  • Para conocerte mejor: salir de tu rutina te ayuda a identificar tus motivaciones reales.
  • Para tomar aire: si te sientes saturado o sin rumbo, parar puede ser la mejor forma de retomar con energía.
  • Para explorar otros caminos: quizás descubras una pasión inesperada o un enfoque distinto para tu carrera.
  • Para ganar experiencia: un trabajo, unas prácticas o un voluntariado pueden darte herramientas muy prácticas para el futuro.
  • Para mejorar tu CV: lejos de ser mal visto, un gap year bien aprovechado suma puntos ante universidades y empresas.

Cómo planificarlo (y no morir en el intento)

Un buen gap year no se improvisa. Aquí van algunos consejos para organizarlo:

  • Define tus objetivos: reflexiona sobre qué quieres conseguir (descanso, experiencia, formación, inspiración…)
  • Haz un plan (flexible): estructura tu año por etapas. No hace falta que sea cerrado, pero tener un esquema ayuda.
  • Calcula un presupuesto: según lo que quieras hacer, estima gastos y recursos.
  • Busca asesoramiento: habla con profesores, orientadores o antiguos estudiantes que hayan hecho un gap year.
  • Prepara tu vuelta: ten en mente cómo vas a reengancharte a tus estudios o carrera para que la transición sea fluida.

En definitiva: ¿y si parar también es crecer?

El gap year no es un lujo ni una moda: es una opción real para quienes sienten que necesitan hacer un paréntesis para tomar impulso. Si lo piensas bien, lo planeas con criterio y te abres a lo nuevo, puede convertirse en una de las etapas más valiosas de tu vida.

En la RUS, hemos visto a muchos estudiantes decidir hacer una pausa antes de continuar. Algunos llegan con historias increíbles de lo que han aprendido fuera del aula, otros empiezan a planteárselo mientras viven aquí. Y todos coinciden en algo: parar no les hizo perder el ritmo, les ayudó a encontrar el suyo.

Así que si esa idea te ronda… escúchala. Tal vez sea el momento de parar para mirar más lejos. Como en el Grand Tour de antaño, salir de tu zona conocida puede enseñarte más de lo que imaginabas. Y recuerda: cuando vuelvas, todo seguirá en su sitio. Pero tú, probablemente, no serás el mismo.

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